miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nos miramos el uno al otro durante mucho tiempo, su mano ardía sobre la piel de mi rostro. Sabía que allí no había otra cosa que nostalgia y tristeza. No quería despedirme, por breve que llegara a ser la separación. Al principio su rostro fue el reflejo del mío, pero luego sin que ninguno de los dos desviara la mirada, su expresión cambió. Me soltó y alzó la otra mano para acariciarme la mejilla con las yemas de los dedos y terminar descendiendo hasta la mandíbula. Noté el temblor de sus dedos, pero esta vez no era a causa de la ira. Colocó la palma de su mano sobre mi mejilla de modo que mi rostro quedó atrapado entre sus manos abrasadoras.

Susurró mi nombre.

Me quedé helada.

¡No! Aún no había tomado una decisión al respecto. No sabía si era capaz de hacerlo, y ahora ya no tenía tiempo para pensar, pero hubiera sigo una necia si hubiera pensado en que un rechazo en ese momento no iba a tener consecuencias.

A su vez, también yo clavé en él mi mirada. No era MÍO, pero podía serlo. Su querido rostro era el de siempre. Yo le amaba de verdad en muchos sentidos. Era mi puerto seguro, y en ese preciso momento yo podía elegir que me perteneciera.

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Yo se qe te gusto :$ (?